28.3.11

L'excessive




Venga, consume más de tu cigarrillo si lo deseas pero no me hagas perder más el tiempo. Ahórrate el decirme lo que te pongo, ya lo noté en tu asquerosa forma de mirarme desde que entré por esa puerta. Por favor, no prolongues esto más, tu capacidad excesiva de hablar me está poniendo enferma. 
Con lo sencillo que lo tendrías si callaras, no me preocupa como te llames, donde vivas, o si volveré a verte, trágate los tópicos, no quiero escucharlos.
 Esto no son juegos, son mis juegos, y me gusta lo rápido, lo extremo y lo exquisito. 
Así que vendrás conmigo, y aceleraremos esto, hasta que se te acabe el aliento y no necesites volver a hablar, porque te enseñaré el lenguaje de las caricias. 
Te desgastaré y te aborreceré, como a una canción por escucharla repetidas veces.








25.3.11

Quiet



Y por más que busco no encuentro nada tuyo en mi piel.

¿Será que tus caricias se las llevó el viento? ¿Será que el sol ha conseguido cicatrizar todas y cada una de las heridas que me hiciste? ¿Será que mis ojos han olvidado la forma en la que te buscaba a través de la multitud o su misma capacidad para poner tu cara en la de cualquier desconocido?

 Ni te busco por los recovecos de mi cama ni por los rincones de mis recuerdos. Porque embargaste de sobremanera mi mente y mi cuerpo que tu imagen está turbia y nublada, porque te quise tanto que mis fuerzas se agotaron y dejó de palpitarme el corazón.


Será que te marchaste para siempre, de mí.





Foto por Anne Agüero

22.3.11

Opacidad





Las luces de la ciudad la despertaron de su siesta. Hora de salir.
Se levantó de la cama con el pelo revuelto. Se miró al espejo, pasaba de arreglárselo, justamente sabía que en lo que menos se iban a fijar era en su pelo. Hoy iba a ser otra de las noches en que Jessie mostraría su mejor faceta.
Cogió el rimel, extendió sus pestañas y pintó sus labios del rojo caoba que tanto le favorecía a su rostro pálido, y eso era lo que más atraía de ella.
Se puso una camiseta ajustada, y se derramaban las gotas de su cerveza en su escote. Le encantaba provocar y llamar la atención de forma silenciosa.
Tenía una cara muy agresiva, pero era hipnóticamente atractiva.
Un alma libre, vivía de noche y le gustaba alimentarse de cada mirada que se posaba en ella, pero siempre haciendo amago de algo más. Para dejar el apetito en sus labios, sin suprimir la parte en la que se subía la temperatura.

[…]

Las luces del amanecer la despertaron, esta vez no en su propia cama. Hora de irse.


Me esperaba que se largara, era la típica tía de bar. Pero sin duda, ella era distinta, sabía que a la mañana siguiente no tendría que echarla de mi cama, sabría que se iría tal y como vino, en silencio.
Estaba claro que no volvería a verla, pero no iba a olvidar esa jodida noche.
Y ahora me lamentaba no haberle pedido un número o tan siquiera un nombre, era la primera vez que encontraba a alguien tan igual a mí, y tan sumamente increíble. Y era la primera vez que deseaba encontrármela al lado mía al despertarme.

Al menos tengo su rojo de labios en mi baño, así sé que no es invención mía.

Y dejó su olor en mis sábanas. 

17.3.11

Little Girl






Quizás no te hayas dado cuenta… De que desde que te conoció tiene como pasatiempo contar todos y cada uno de tus lunares, y poner hojas secas debajo de tu camiseta, a pesar de que lo último te haga enfadar.

Quizás no te hayas dado cuenta… De que sus ojos descansan cuando tú le deseas las buenas noches y que de no ser así no despertaría, porque no podría dormir.

Quizás no te hayas dado cuenta… De que sus pies de muñeca tienen miedo de seguir los tuyos, que pretenden llevarla hasta el bosque de tu subconsciente y allí perderse entre todas tus ideas y todos tus pensamientos.

Quizás no te hayas dado cuenta… De que sus manos se mueren de ganas por dibujarte el mapa de vuestro camino recorrido y el que queda por recorrer, pero se lo guarda entre su corazón y sus costillas.

Quizás no te hayas dado cuenta…De que cuando rozas su cuerpo frágil, su piel desea que se prolongue hasta que tus manos puedan aferrarla contra tu pecho, y poder fundirse en tus ojos negros que la cautivan hasta el más mínimo sentido y hasta el más profundo suspiro.

Quizás no te hayas dado cuenta de lo mucho, mucho, mucho…



14.3.11

Losing




Sophie tenía dos posibilidades.
Lo que ella no sabía era como iban a terminar cada una.


Podía recubrirse con su orgullo y hacer de esto una despedida fría pero sin posibilidades de que haya una segunda parte. Esto, la ayudaría a comenzar de nuevo, la animaría a mirar al futuro, sin mirar atrás en ningún momento. 
Se acercó a él, tranquila pero sin mostrar ningún ápice de sus sentimientos. Estaba tan nerviosa que no sabía por dónde empezar, ni que decir.- Sólo piensas en ti.- Primer error. Notaba como la miraba cansado de sus mismas excusas, Sophie se estaba ahogando, otra vez, ella sola en un vaso de agua. Continuó:
-No puedo más, yo también tengo límites, no tengo ánimos, ni ganas, ni ilusiones. Sacas lo peor de mí, yo antes no era tan agresiva, estoy cansada, me agota discutir contigo, me agobio, me ahogo.
-¿Te piensas que yo no tengo límites?- La interrumpió.
Y empezó de nuevo, el caos, el suburbio, Sophie volvía a marearse, volvían a tirar de la cuerda, cada vez más, cada vez peor. Desgarrándose el uno al otro, a ver quién hacía más daño.
Observaba su rostro intacto, como si no le afectara nada de lo que estuvieran discutiendo, mientras que a ella se le hacía un nudo en la garganta. - ¿Conoces algo que se llama empatía? Explotó.- ¿Hay sentimientos en ti? No te importa nada, absolutamente nada, debería ahorrarme todas las explicaciones que te he dado y todo lo que he hecho por ti. No sé ni qué hago aquí.  

Cogió su maleta y se fue. Para siempre.

Ella pensaba que él iría detrás suya al marcharse, al igual que él pensaba que ella volvería retractándose.


La otra posibilidad, era la más difícil, intentar ser completamente transparente a sus ojos.
Le miró, aun aturdida de no poder dormir la noche anterior. Le cogió de la mano, pudo notar que Sophie temblaba, respiró hondo.
-Quizás yo no tenga tanta iniciativa como tú, pero tengo la suficiente como para decirte que ya no tengo fuerzas para seguir adelante contigo.
-Después de todo…-Le tapó la boca.
-Por favor… Todo tiene un principio y un final.
-Los finales son relativos.
Se desarmaba, una palabra más y todas las fuerzas que había reunido para decirle aquello desaparecerían.
-Pero es tu decisión, no puedo intervenir.
¿De verdad? Se preguntaba, ¿No pensaba hacerme cambiar de opinión? ¿Ni una sola vez? Ya no sabía que más decirle.
Le abrazó, y él no intentó retenerla, en ningún momento.

Y Sophie cogió su maleta y se fue.

Dando oportunidades a segundas partes. 

6.3.11

Adiós








-No sé cómo ni cuándo pero he dejado de sonreír cuando me despertabas con caricias, ya no soporto oírte cantar mientras te duchas, tampoco soporto que empieces a hacerme cosquillas mientras leo, no aguanto ese estúpido tic tuyo de tocarte la perilla, y antes me encantaba. Ya no tengo las mismas ganas de ver como entras por la puerta, ni te echo de menos cuando te vas. No sé cuándo dejaron de ser especiales los viernes que salíamos a pasear, tampoco sé cuándo empecé a pensar en otras cosas mientras me besabas.  

Hubo un maldito silencio,y ni siquiera me miraba. Añadí:

-Necesitaba decírtelo.
-¿Sabes todo lo que he hecho por ti?
-Lo sé… Pero yo…
-¿Te das cuenta de cómo me tratas? Tú nunca me has querido, ¿verdad? Es eso, estoy seguro. Eres tan sumamente fría que dudo que puedas sentir algo por alguien. ¿Qué pasa? ¿No soy lo suficientemente bueno para ti? Espera… No, no soy yo el problema. Tu problema está en que analizas a la gente, después la juzgas y al ver que no es tan perfecta como tú, te desinteresas. Quizás a mi me idealizaste, pero ¿sabes? Tú tampoco eres perfecta y he soportado miles de tus manías y miles de cambios de humor. ¿Piensas que el amor es perfecto? No, en absoluto. Te va a pasar esto con todas las relaciones que tengas.
-Las cosas no son así… Por favor no lo hagas más difícil, sólo trato de...
-De dejarme.
- Sí, pero de dejarte de la forma más sincera posible. También es que…
-¿Hay otra persona verdad? ¿Él también es tan perfecto como tú?
- Será mejor que me vaya.
Me agarró del brazo.
- Contéstame.
- Nunca quise hacerte daño, de verdad.


Y tampoco quise irme así.