3.7.11

Sinfonía Azul





Clavaba en la arena cada etapa de mi vida, recorriendo mi infancia en la falda de mi madre y los últimos días en tus piernas. Hasta los momentos más dulces como los más tormentosos. Dicen que antes de morir eres capaz de ver tu vida en capítulos, quizás sea fruto de que ya estaba programado en mi consciencia. Con la mirada perdida miré el horizonte, como si creyera ver algo sobrenatural. Esperaría al atardecer, como te prometí. Eran increíbles las invasiones en mi subconsciente de cada instante que pasamos allí, como que el mar golpeaba el acantilado donde nos escondíamos. Caminaba hacia la orilla, sentía mi propio peso en cada paso. Unas voces de unos marineros me sobresaltaron, pero no miré atrás. Coloqué las sandalias en la arena, alcé la cabeza, el sol me devolvió la mirada, sonreí. Pronto Paul…pronto nos reuniremos. Al avanzar, noté el agua helada del invierno, vacilé por un instante, fruncí el ceño, las dudas surcaban mi rostro. Respiré el olor a playa, y unas gotas saladas me salpicaron, arrebatándome cualquier duda. Me adentré al mar, notaba como congelaban cada miembro de mi cuerpo. Las corrientes movían de forma cautelosa mi vestido blanco, y el viento se encontraba sereno jugando con mi pelo níveo, como si danzara con la música de un chelo. Con fuerza bruta una brisa me golpeó el pecho, el atardecer se retiraba y debía apresurarme. Estiré mis brazos horizontal y verticalmente. Tomé impulso y me sumergí en el mar. Inundó mi garganta, la marea ahogó mis pulmones, y mi corazón dejó de palpitar. Paul…

1 comentario:

  1. creo que todos hemos tenido ganas de buscar a Paul alguna vez... aunque sea triste...

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