16.5.11

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Rufus, te he dicho que te vayas ya a la cama. No, no te voy  dar… ¿Esto tiene nombre? Se supone que son fideos, pero tienen una pinta asquerosa, quizás hasta te lo acabo dando. Maldita comida pre-cocinada... Será mejor que ponga la radio ¿Qué me dices Rufus, alegramos este aburrido departamento? Y mientras se sintonizaba la radio les interrumpió el sonido del microondas. Como un completo iluso creí ver tus rizos yendo hacia el microondas, eras tú quien compraba la comida para calentar, no te gustaba cocinar. A mí antes me gustaba, pero ya ves, ahora he perdido las ganas. Zarandeó la cabeza, se frotó los ojos, cogió la sopa de fideos y se sentó en el sofá. La radio sintonizaba una cadena de música clásica, no estaba mal, le tranquilizaba. Volví a verte, estabas al lado mío, esta vez, recostada en el sofá.- Te ofrecería los fideos pero no creo que quieras comer esta bazofia jaja- Rufus empezó a ladrar, y se levantó del sofá. Dios… me siento como un verdadero maniaco. ¿Dónde estás?

Y entonces caí… Ella no iba a sujetar mi sonrisa eternamente. Ni iba llenar cada amanecer con sus cereales, ni cada atardecer con el té moruno que siempre compraba, y mucho menos iba ha aparecer con el vino blanco y la música de blues por la noche. Tendría que conformarme con “mirarla” tras la pantalla,  pulsar las teclas por si algún día contestaba, marcar el teléfono para después colgarlo, y quedar como el estúpido que soy. Realmente no pude ni quise darme cuenta de que hasta ella sería efímera,  que estaba desgastando mis sábanas, y estaba predestinado que se iría desde que se me ocurrió amarla. Mientras mis manos sostenían las suyas, ella me clavaba las uñas.  

3 comentarios:

  1. Hace tiempo que perdí mi voz. La escondiste en uncajón. En lo mas hondo de tu armario. Al lado de tu corazón.

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  2. Rufus siempre me ha recordado a hallelujah.

    Un beso.

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